lunedì 4 giugno 2012

Boxeo infantil en La Habana


Las imbricadas calles coloniales de la vieja Habana ofrecen al caminante el encuentro inesperado con las intimas realidades cubanas.

Los niños juegan con desgastadas pelotas de beisbol, ex-combatientes hablan de sus historias revolucianarias en frente a un ron blanco en la barra de un pequeño bar de la esquina y los mesoneros bromean acerca de las dificultades de la isla.

Estamos en la semana del receso escolar y los niños aprovechan para dormitar en la puertas de sus casas y ver los dibujos en una televisión que por el dia retransmite solo dos caneles. Otros, acompañados por los padres, esperan en un viejo gimnasio, frente a la iglesia de la Virgen de las Mercedes; que comience el tan anhelado encuentro de boxeo.

Llevan meses preparándose y finalmente ha llegado el día para lucirse.
Los entrenadores se reúnen con los jueces para decidir el orden de los encuentros.
Suena el gong de inicio, y los pequeños boxeadores se posicionan en el ring uno en frente al otro erigiéndose sobre las puntas de los pies.
Los movimientos son rápidos y calculados, los gritos llegan desde el público para animarlos. Los golpes son certeros y llevan a la victoria a solo uno de los púgiles enfrentados. El juez apreta las manos de los deportistas y con seguridad levanta el brazo del ganador.

El boxeo, que en Cuba es deporte nacional, no solo enseña a practicar un ejercicio sino también fomenta un respeto hacia el adversario por eso, al final de cada encuentro, los niños se estrechan las manos amistosamente.